jueves, 30 de junio de 2016

Hallan conservadas en ámbar las alas de un ave de la época de los dinosaurios

El color y la disposición de las plumas de hace 99 millones de años se aprecian con gran detalle y son muy parecidos a los actuales

Un ala conservada en ámbar, con plumas oscuras por encima y más claras 
en la parte inferior -  Museo Real de Saskatchewan / RC McKellar
Un equipo de investigadores de la Universidad de Geociencias de China en Pekín ha descubierto en el noreste de Myanmar dos pequeñas alas atrapadas en ámbar hace 99 millones de años, en mitad del período Cretácico, cuando los dinosaurios todavía caminaban sobre el planeta. El hallazgo demuestra que las plumas de las aves ya se parecían mucho a las actuales.

Los restos parciales de las alas están encerradas en unos pocos centímetros cúbicos de ámbar. Las muestras incluyen huesos, plumas y piel, según un estudio publicado en la revista Nature Communications.

Ilustración de un ejemplar con el ala atrapada
 en la resina del árbol- Chung-tat Cheung
Evidencias previas del plumaje de las aves del Cretácico ya habían sido encontradas en impresiones dejadas en rocas sedimentarias y en otras plumas preservadas en ámbar, pero eso no daba pistas sobre el esqueleto de sus especies de origen.

«Por primera vez, estamos viendo las plumas asociadas con los materiales óseos», explica a Nature el coautor Ryan McKellar, que estudia los fósiles como curador de paleontología de invertebrados en el Museo Real de Saskatchewan en Regina, Canadá.

Lucha antes de morir

El ámbar aún conserva marcas de garras, señales de que antes de morir, una de las aves había luchado contra la resina pegajosa que había envuelto su ala.

Las plumas conservan su color original, desde puntos claros en las superficies inferiores a los marrones oscuros en otras zonas, y en ambos fragmentos de las alas, las estructuras y los arreglos de las plumas son similares a los observados en las aves modernas. Los huesos eran más pequeños que los de un colibrí y no estaban desarrollados por completo. Esto sugiere que las alas pertenecían a las crías, probablemente de enantiornites, un grupo primitivo que tenía dientes y alas con garras, que se extinguió al mismo tiempoque los dinosaurios, hace unos 66 millones de años.

Sin embargo, las propias plumas eran más parecidas a las de los adultos y no mostraban signos de que habían sido mudadas, sugiriendo que se habían desarrollado de forma rápida. «Básicamente están en eclosión, y listas para funcionar», dice McKellar.

Los científicos dicen que el hallazgo es importante porque las alas conservan los patrones de color y la disposición exacta de las plumas con los huesos, una serie de detalles que permitirán conocer con más precisión como eran esas antiguas aves.

miércoles, 29 de junio de 2016

¿Entró la humanidad en una nueva era geológica?














No es fácil decidir si ya hemos entrado en una nueva era geológica 'creada' por el hombre, el Antropoceno, publica Gizmodo, sitio digital sobre tecnología.

Para definir un nuevo "capitulo en la historia geológica", los geólogos suelen basarse en las capas de las rocas, los fósiles y evidencias geoquímicas.

Sin embargo, el medio argumenta que "las huellas dactilares de la sociedad industrial" están en nuestros alrededores, y que algunas de los cuales permanecerán incluso cuando nosotros tal vez ya no existamos.

Los fósiles tecnológicos

La humanidad está generando a gran escala basura que no se descompone, indica el portal. Los llamados 'tecnofósiles' ―desde CD-ROM y vasos de plástico, hasta chatarra electrónica― podrían permanecer en la Tierra durante miles de millones de años, sobreviviendo incluso a la humanidad.

Una reciente investigación advierte que los plásticos enterrados en vertederos podrían ser una 'bomba de tiempo'.

Algunos vertederos, que se encuentran en el suelo bajo en las zonas de subsidencia tectónica, serán enterrados por más estratos y "fosilizados como muladares paleontológicos".

Sin embargo, en los lugares de erosión comenzarán a liberar desechos, incluyendo plástico, en el ciclo sedimentario.

Los fósiles reales

La edad de los seres humanos se caracterizará también por cambios drásticos en el registro de fósiles naturales, señala Gizmodo.

La población de los humanos se ha incrementado considerablemente durante el último siglo, a lo que se añade el aumento en la cantidad de los animales domésticos.

Al mismo tiempo, algunas especies están despareciendo rápidamente ―estamos en las primeras etapas de una sexta extinción en masa― mientras que otras son llevadas a lugares que no son su hábitat natural.

La contaminación de carbono

Los seres humanos están quemando combustibles fósiles y liberando enormes cantidades de carbono al aire.

El dióxido de carbono está calentando nuestro clima y remodelando la química atmosférica de una manera que "dejará una huella imborrable", señala el rotativo.

Asimismo, las capas recién formadas de hielo en los polos norte y sur atraparán diminutas muestras de nuestro ambiente moderno en forma de burbujas de aire, "ofreciendo a los geoquímicos del futuro el sabor de los cielos llenos de esmog".

Fertilizantes de nitrógeno

El portal recuerda que el denominado proceso de Haber-Bosch transformó radicalmente la forma en que nos alimentamos a nosotros mismos y a nuestro planeta.

Los químicos Fritz Haber y Carl Bosch propusieron utilizar la alta presión y el calor para convertir el nitrógeno atmosférico en fertilizante amoníaco, haciéndolo barato y de acción rápido.

Los agricultores aplicaron el fertilizante generosamente a los campos, lo que duplicó la cantidad de nitrógeno que circula activamente en nuestra biosfera.

En ese sentido, el cambio del ciclo del nitrógeno de la Tierra "dejará una marca indeleble en la geoquímica y la ecología del Antropoceno".

Los pozos

Los seres humanos están excavando, perforando, minando y explotando la corteza terrestre, lo cual tampoco pasará desapercibido. Todas esas actividades dejan 'cicatrices' en la faz de la Tierra que tardarán desde decenas hasta cientos de millones de años en desaparecer.

Las armas nucleares

Un punto clave del debate sobre el Antropoceno es el momento exacto en que comenzó. Algunos argumentan que la fecha sería 1964, año de pruebas de armas nucleares tan grandes que provocaron un repunte dramático en la cantidad de carbono radiactivo, o carbono-14, en nuestra atmósfera.

"Si usted vivió en la Tierra durante los años 1960 y 70, contiene un rastro indeleble de la Guerra Fría en los huesos, y eso podría, literalmente, anunciar el comienzo de una nueva era", resume la publicación.

martes, 28 de junio de 2016

Los insectos ya se camuflaban hace 100 millones de años

-LOS "DISFRACES" SE CONSERVAN EN ÁMBAR-

BO WANG, NANJING
Los insectos ya eran capaces hace 100 millones de años, durante el Cretácico, de disfrazarse para evitar ser reconocidos por sus depredadores o presas.   

Se camuflaban envolviéndose en trozos de plantas, granos de arena, o los restos de sus presas. Un equipo internacional de investigadores, con la participación de la Universidad de Bonn, ahora ha investigado tales "capas de invisibilidad" encerradas en ámbar. Los "trajes" hechos a medida también permiten sacar conclusiones sobre el hábitat del momento. El estudio ha sido publicado en Science Advances y analiza 35 insectos preservados en ámbar hallados en Myanmar, Francia y el Líbano.

"Estos fósiles son muy raros, y nos dan ideas sobre la vida hace más de 100 millones de años", dice el Torsten Wappler del Instituto Steinmann de la Universidad de Bonn, miembro del equipo de investigación, que se sorprendió al ver la variedad del camuflaje utilizado por los insectos en el Cretácico.

Algunas larvas formaban una especie de "armadura de caballero" de granos de arena, tal vez para protegerse contra las mordeduras de araña. Con el fin de confeccionar su disfraz, tienen sus extremidades adaptadas. Otras aparecen envueltas en residuos de plantas, con el fin de confundirse con su entorno, y hacerse casi indetectables para los depredadores. "Es muy sorprendente que, tan pronto en la evolución, tal comportamiento de los insectos llegara ser tan complejo", señalan los autores.

Basado en el camuflaje de los diversos insectos conervados en ámbar, el equipo de investigación también extrajo conclusiones sobre el hábitat en el momento.

El examen de un antepasado de la hormiga león bajo el microscopio mostró que el camuflaje consistía en pequeños trozos de helecho. "Se trata de especies de helechos que, por ejemplo, eran los primeros tipos de plantas en recolonizar después del fuego", explica Wappler. Es de suponer que, en el Cretácico, el fuego afectó a los árboles y estimuló la producción de una resina inusualmente fuerte. De esta manera, las larvas "disfrazadas" quedaron atrapados en la resina de árbol y dejaron plasmada la escena hasta hoy día.

Describen un nuevo y diminuto dinosaurio que soluciona un linaje fantasma

El análisis de los restos hallados hace más de 20 años refleja que se trata de un representante de un grupo de pequeños dinosaurios bípedos comedores de plantas, como recoge la revista PlosOne.

Alguno de los fragmentos del nuevo dinosaurio descrito.
heraldo.es
La Universidad de Zaragoza en colaboración con el Museo de Salas de los Infantes de Burgos ha descrito los restos de un nuevo y diminuto dinosaurio ornitópodo del Barremiense superior (125 millones de años) de Burgos en la prestigiosa revista PlosOne. Además han reconocido un nuevo grupo llamado Rhabdodontomorpha, de los cuales se conocían representantes en el Cretácico Superior, pero no en el Cretácico Inferior, intervalo temporal que se le consideraba como un linaje fantasma.

El nuevo estudio permite agrupar por primera vez a un tipo de dinosaurios con el nombre de Rhabdodontomorpha. Se trata de un grupo de pequeños dinosaurios bípedos comedores de plantas bien representado en el final del Cretácico de diferentes yacimientos de Norteamérica y Europa, sin embargo carece de especies descritas en el Cretácico Inferior por lo que se ha considerado un ejemplo típico de Linaje fantasma en este intervalo temporal. Lo que en otros contextos se ha usado como “eslabones perdidos”. La historia de la evolutiva de los dinosaurios tiene numerosos huecos por rellenar, intervalos temporales que conocemos que un determinado grupo debía vivir, pero del que no se conoce registro fósil, ahora hay uno menos.

Los restos de un pequeño dinosaurio ornitópodo de Burgos encontrados hace más de 20 años y que estaban sin estudiar ha deparado la sorpresa de ser un representante primitivo de Rhabdodontomorpha. Dado que el material estudiado es fragmentario no se le ha asignado un nuevo nombre de especie, aunque claramente se trata de un nuevo taxón sin nombrar. 

Los huesos pertenecen a cinco ejemplares al menos, procedentes del yacimiento de Vegajete. Hay huesos de individuos adultos y juveniles o inmaduros, pero todos ellos son muy pequeños. El material es fragmentario y desarticulado, a pesar de lo cual hay representación de todos las partes del esqueleto, cráneo, vértebras, miembros, conservando casi completo uno de los pies. Diferentes investigadores habían predicho que estos pequeños dinosaurios bípedos tenían que estar en rocas de más de 100 millones de años (Cretácico Inferior), ya que sus descendientes se conocen en rocas de hace 70 millones de años (Cretácico Superior). El nuevo estudio confirma esta hipótesis y, por tanto, han dejado de ser un linaje fantasma. Un buen ejemplo de investigación científica aplicada a dinosaurios.

La investigación forma parte de un convenio de colaboración entre la Universidad de Zaragoza y el Museo de Salas de Infantes. Ha sido liderada por los investigadores Paul Emile Dieudonné y José Ignacio Canudo del Grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza, además han participado Fidel Torcida (Colectivo arqueológico y paleontológico de Salas), Thierry Tortosa (Réserve Naturelle Nationale Sainte-Victoire, Marsella, Francia), Ignacio Díaz Martínez (Universidad Nacional de Río Negro, Argentina). Los fósiles se encuentran depositados en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes.

jueves, 23 de junio de 2016

El pequeño dinosaurio que guardaba un secreto

El estudio de un dinosaurio de la Sierra de la Demanda cambia las ideas vigentes sobre la evolución de un grupo de dinosaurios vegetarianos.




Reconstrucción de la Vegagete pie izquierdo en el anterior (10A) y vistas posteriores (10B).




















Recientemente la prestigiosa revista científica PlosOne ha publicado un artículo basado en el estudio de un dinosaurio recogido en la proximidad de Salas de los Infantes, y cuyos fósiles se custodian en el Museo de Dinosaurios de esa localidad.

Firma el trabajo un grupo internacional de paleontólogos encabezado por el investigador francés Paul Emile Dieudonné, Iñaki Canudo (Universidad de Zaragoza), Thierry Tortosa (Réserve Naturelle Nationale Sainte-Victoire, Marsella, Francia), Ignacio Díaz Martinez (Universidad Nacional de Río Negro, Argentina) y Fidel Torcida (Colectivo arqueológico y paleontológico de Salas).

Comparación pie humano y pie de dinosaurio
Los fósiles estudiados son de 5 pequeños dinosaurios identificados dentro de la familia Rhabdodóntidos formados por pequeños y ágiles animales vegetarianos. Los 5 individuos recuperados eran de edades diferentes, desde crías a adultos, y  de una especie que era especialmente pequeña: el mayor de todos tenía 60-70 cm de longitud y su altura no superaría los 30 cm. El que aparecieran juntos hace pensar en la hipótesis de que formaban parte de un apequeña manada que pereció ahogada por una súbita inundación.

Del análisis de los huesos resultó sorprendente comprobar la mezcla que presentaban de características anatómicas primitivas junto a otras propias de dinosaurios más complejos. Una parte esquelética fundamental en ese estudio ha sido la dentadura: estos dinosaurios presentaba unos dientes únicos que les incluye dentro de los rhabdodóntidos.

Los rhabdodóntidos fueron un grupo de dinosaurios endémicos (exclusivos) de Europa que alcanzaron una gran diversidad durante la fase final del Cretácico (de 80 a 70 millones de años atrás). Lo resaltable de los dinosaurios burgaleses es que son los representantes más antiguos de esa familia (Cretácico inicial, unos 125 millones de años) en un desfase temporal bastante grande. Este descubrimiento aporta argumentos para pensar que los rhabdodóntidos evolucionaron mucho más pronto de lo que los especialistas pensaban hasta ahora.

Pero las sorpresas no acaban aquí: un dinosaurio cercano evolutivamente a los ejemplares burgaleses es Muttaburrasaurus, que habitaba Australia cuando estaba sometida a un rígido clima polar. La hipótesis que proponen los autores de este nuevo trabajo es que los rhabdodóntidos se desarrollaron en el gran supercontinente del Sur, Gondwana (Australia, América del Sur, África, Antártica) y posteriormente emigraron al supercontinente Laurasia (América del Norte, Europa, Asia). Esta idea se refuerza por descubrimientos como el de Demandasaurus, el dinosaurio salense con raíces en África y que desciende de antepasados que emigraron desde África.

Dientes fósiles
La aportación de mayor repercusión científica del artículo se basa en la revisión de las relaciones evolutivas entre los dinosaurios ornitópodos (dinosaurios bípedos vegetarianos) dentro de los que se incluyen los rhabdodóntidos. Utilizando distintas publicaciones de autores que han trabajado en ese tema, los investigadores del dinosaurio serrano crean un nuevo grupo de dinosaurios que han denominado Rhabdodontomorpha. Esta propuesta cambia la visión que sobre este grupo de pequeños dinosaurios tenía la comunidad científica internacional.

Esta publicación subraya el enorme interés y la gran proyección internacional que tienen los dinosaurios de la Sierra de la Demanda, que se conservan en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes. Un número creciente de investigadores de varias partes del mundo viajan a Burgos para conocer y estudiar los fósiles de dinosaurios serranos, de los que hay una gran diversidad de especies, incluida alguna única como Demandasaurus.

Los dinosaurios burgaleses son una referencia mundial en la paleontología del siglo XXI y las expectativas científicas respecto a la información relevante que pueden proporcionar crecen año tras año.  

martes, 21 de junio de 2016

Describen cómo fue el día que murieron los dinosaurios

Una calculadora de impacto logró precisar qué paso en los minutos y días siguientes al impacto del asteroide que arrasó con el 80% de lo que había en la Tierra hace 66 millones de años

Después del fuego, el cielo se cubrió de cenizas y permaneció oscuro por meses
La velocidad del asteroide se estima en 64.000 kilómetros por hora. Casi 6 veces la de una bala.















La historia apocalíptica del asteroide que dio fin a los dinosaurios ha sido descrita en incontables libros y películas de ciencia ficción. Desde la identificación el cráter de Chicxulub, en el Golfo de México, se conoce cuándo y dónde empezó la catástrofe, pero aún quedan algunos misterios: cómo fue el impacto que devastó la Tierra y qué pasó en las horas posteriores.

Para dar más luces sobre el mortal fenómeno, geofísicos de la Universidad de Purdue y el Imperial College London (Reino Unido) crearon una ‘calculadora de impacto’ que explica las consecuencias inmediatas de la caída del asteroide.

Fue así: en un amanecer de hace 66 millones de años, en plena era Mesozoica, mientras se escuchaban zumbidos y graznidos de dimensiones inimaginables, una inmensa bola de fuego, más grande y brillante que el Sol, apareció en el cielo. Un asteroide de 10 kilómetros de diámetro se precipitaba hacia la Tierra a unos 64.000 kilómetros por hora (casi 6 veces más rápido que una bala) y en un instante fugaz un rugido de 105 decibelios ensordeció al planeta: la gran bola de fuego había chocado contra la Tierra y causado una explosión estimada en más de 100 trillones de toneladas de TNT.

El impacto penetró en la corteza excavando un cráter de más 185 kilómetros y desencadenando una serie de catástrofes que arrasaron con el 80 por ciento de la vida en la Tierra.

Del fuego a la inundación
Después de la luz roja, el cielo se oscureció como ceniza. "Durante las primeras horas estuvieron cerca de la oscuridad total", dice Gareth Collins, uno de los profesores que desarrolló la calculadora, citado por la revista National Geographic.

Dependiendo de la topografía local, el impacto provocó tsunamis descomunales que alcanzaron hasta 305 metros de altura. Y el terremoto posterior pudo ser mucho más poderoso que cualquier otro fenómeno que se haya registrado por los seres humanos. “Un evento sísmico de este tamaño sería el equivalente a todos los terremotos del mundo durante los últimos 160 años al mismo tiempo", dice Rick Aster, profesor de sismología en la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
A los ocho minutos del choque todo el paisaje quedó sepultado bajo un manto de arena caliente y cenizas. Unos 45 minutos después, una ráfaga de viento de 965 kilómetros por hora, esparció los escombros y derrumbó todo lo que pudo haber quedado de pie.

Días después el cielo comenzó a iluminarse, “los siguientes meses o incluso años estuvieron probablemente entre el crepúsculo y un día muy nublado", detalla Collins.

No fue el final
Aunque la mayoría de los estudios se centran en los primeros minutos y días después del impacto, fueron los efectos a largo plazo del medio ambiente que terminaron de liquidar a los dinosaurios y al resto de la vida en la Tierra.

La penumbra causada por la nube de polvo hizo que la fotosíntesis se reduzca drásticamente. El hollín y la ceniza se quedaron por meses y hubo incendios masivos que dañaron temporalmente la capa de ozono que protege al planeta, detalla el geólogo David Kring, del Lunar and Planetary Institute (Estados Unidos).

Si había humanos
Imaginando que existían las personas, quien hubiese estado a menos de 1.000 kilómetros del impacto habría muerto instantáneamente, señala Joanna Morgan, a la National Geographic.

A esa distancia, solo nueve segundos después del impacto, una persona habría sido quemada por una ráfaga de radiación térmica. Un poco más lejos, fuera del alcance de los efectos directos de la explosión, un observador humano habría visto un espectáculo en el cielo: la aparición de un gigante de fuego seguido del oscurecimiento total y una lluvia de estrellas fugaces creadas por los restos del impacto.

Los mamíferos, a punto de desaparecer con los dinosaurios

El meteorito que se llevó a los «reyes» del Cretácico también aniquiló al 90% de las especies de mamíferos hace 66 millones de años

El meteorito de los dinosaurios cambió el clima y arrasó con el 75% de la vida en la Tierra - Archivo















Hace unos 66 millones de años, una roca de unos diez km de ancho llegada del espacio, probablemente un fragmento de asteroide, impactó contra la Tierra en lo que hoy es la provincia del Yucatán, en México, dejando un enorme cráter para el recuerdo que hoy está bajo el mar. Ese violento evento de una potencia equivalente a 10.000 veces todo el arsenal atómico que existe hoy en el mundo, cambió el clima de nuestro planeta y fue responsable de laextinción del 75% de la vida, incluidos los dinosaurios. Y también nosotros estuvimos a punto de no contarlo. No porque estuviéramos allí, lógicamente, sino porque los «abuelos» del pequeño mamífero del que procedemos se salvaron de la quema de milagro.

Una nueva investigación llevada a cabo por investigadores de la británica Universidad de Bath y publicada en la revista Journal ofEvolutionary Biology revela que el 90% de las especies de mamíferos desaparecieron a causa del mismo meteorito que los dinosaurios, un porcentaje significativamente mayor de lo que se creía hasta el momento. Pero también se recuperaron muy rápido.

Los científicos analizaron el registro fósil conocido del oeste de América del Norte a partir de dos millones de años antes del límite Cretácico-Paleógeno, hasta 300.000 años después del golpe del asteroide. Compararon la diversidad de especies antes y después de este evento de extinción para estimar cómo les afectó y la rapidez con la que se recuperaron los mamíferos. Las tasas de extinción eran mucho más altas que estimaciones previas sobre la base de conjuntos de datos más limitados.

«Las especies que son más vulnerables a la extinción son las raras (menos comunes), y porque son poco frecuentes, sus fósiles son menos propensos a ser encontrados. Las especies que tienden a sobrevivir son más comunes, por lo que tienden a ser encontradas», explica Nick Longrich, autor del estudio. «El registro fósil se inclina a favor de las especies que sobrevivieron. Con lo mal que las cosas se veían antes, la inclusión de más datos muestran que la extinción fue más grave de lo que se creía anteriormente».

Según los investigadores, esto explica por qué la gravedad del evento de extinción fue subestimada anteriormente. Con más fósiles incluidos, los datos incluyen las especies más raras que se extinguieron.

Rápida recuperación
Tras el impacto del asteroide, la mayoría de las plantas y los animales habrían muerto, por lo que los supervivientes probablemente se alimentaban de insectos comedores de plantas y animales muertos. Con tan poca comida, sólo las especies pequeñas sobrevivieron. El tamaño de los animales más grandes que soportaron las duras condiciones en tierra no habría sido mayor que el de un gato. El hecho de que la mayoría de los mamíferos eran pequeños ayuda a explicar por qué fueron capaces de sobrevivir.

Sin embargo, los investigadores también encontraron que los mamíferos se recuperaron más rápidamente de lo que se pensaba. No solo ganaron de nuevo la diversidad de especies perdida rápidamente, sino que pronto duplicaron el número de especies que había antes de la extinción. La recuperación llevó apenas 300.000 años, un tiempo corto en términos evolutivos.

Peor que a los cocodrilos
«Debido a que los mamíferos lo hicieron tan bien después de la extinción, se ha tendido a asumir que no les pegó tan duro. Sin embargo, nuestro análisis muestra que los mamíferos fueron más afectados que la mayoría de los grupos de animales, tales como lagartos, tortugas, cocodrilos... Pero resultaron ser mucho más adaptables en las secuelas», apunta Longrich. Y agrega: «No fueron las bajas tasas de extinción, sino la capacidad de recuperarse y adaptarse después lo que llevó a los mamíferos a asumir el control».

Sorprendentemente, la recuperación de la extinción se llevó a cabo de manera diferente en según qué partes del continente. Las especies que se encuentran en Montana eran distintas de las que estaban en las inmediaciones de Wyoming, por ejemplo.

«Se podría esperar ver los mismos pocos supervivientes en todo el continente. Pero eso no es lo que encontramos -dice Longrich. Después de este evento de extinción, hubo una explosión de la diversidad, que fue impulsada por tener diferentes experimentos evolutivos ocurriendo simultáneamente en diferentes lugares».

Para el investigador, esto pudo haber contribuido a impulsar la recuperación. Con tantas especies diferentes evolucionando en direcciones diferentes en diferentes partes del mundo, la evolución fue más propensa a tomar nuevos caminos evolutivos».

sábado, 18 de junio de 2016

RECORDATORIO: I CONCURSO DE FOTOGRAFÍA "TIERRA DE DINOSAURIOS", 2016

La Fundación para el estudio de los dinosaurios en Castilla y Léon convoca el primer concurso de fotografía “Tierra de Dinosaurios” con el fin de promover un mayor conocimiento social del valioso patrimonio geológico y paleontológico de la Sierra de la Demanda burgalesa.



















PARTICIPANTES:

Podrán participar todas las personas españolas o de cualquier nacionalidad sin límite de edad. Cada autor podrá presentar un máximo de cinco fotografías.

TEMA:

El tema al que se dedica esta primera edición es el paisaje geológico del macizo de Cameros/Demanda burgalés. Las imágenes deben ser tomadas en el entorno natural del territorio indicado que se delimita en la imagen que se adjunta en archivo jpg.

A modo de ejemplos, se señala a continuación algunos lugares geológicos de relevancia en el territorio donde se desarrolla este concurso: pliegues sinclinales de Peña Carazo y Peña Gayubar, desfiladeros de Yecla, río Pedroso y río Mataviejas, valle del Arlanza, circos glaciares de Mencilla y Neila, paso de Las Calderas, el Castillejo o las cuevas kársticas de Arlanza.

Bases: descárgatelas aquí.

Territorio indicado: Mapa (pinche aquí).

El plazo de envío será desde el 11 de marzo hasta el 30 de junio de 2016.

LAS VII JORNADAS DE DINOSAURIOS DE SALAS DE LOS INFANTES CONTARÁN CON EL CÉLEBRE PALEONTÓLOGO PAUL C. SERENO

El Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas está organizando el Congreso VII Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su Entorno, que se van a desarrollar durante los días 8 al 10 de septiembre de este año 2016. Como co-organizadores de este evento científico figuran el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, la Universidad de Zaragoza, la Universidad de Salamanca y la Universidad del País Vasco. 

Las Jornadas salenses constituyen el único congreso sobre dinosaurios con carácter periódico en España, por lo que se ha erigido en decano de este encuentro especializado, y supone, en el ámbito relacionado con los estudios de Dinosaurios, un acontecimiento de enorme trascendencia científica nacional e internacional lo que reafirma la labor iniciada, con gran éxito de participación, en septiembre de 1999.  

En el momento actual se está gestionando la nómina de colaboradores económicos de los ámbitos nacionales, regionales, provinciales y locales, si bien se cuenta ya con el apoyo de algunas instituciones como la Fundación Dinosaurios de Castilla y León o el Museo de Salas de los Infantes.

Lo más avanzado es el programa científico, así como los comités de organización y científico que garantizarán un desarrollo de calidad para el congreso. En ese sentido, hay que resaltar entre otros paleontológos de referencia, la presencia como conferenciante, del norteamericano Paul C. Sereno (Universidad de Chicago), sin duda uno de los científicos más mediáticos de todo el planeta y descubridor de fósiles extraordinarios. Será la primera ocasión que este popular paleontólogo participa en un congreso científico en España.

Algunos han hablado de Paul Sereno como un Indiana Jones de la paleontología, pues ha liderado docenas de expediciones por los 5 continentes, donde ha realizado descubrimientos de dinosaurios y otros grandes reptiles que le han proporcionado notoriedad mundial. Entre sus descubrimientos figuran los dinosaurios más antiguos: Herrerasaurus y Eoraptor (Argentina); temibles depredadores de hasta 11 metros de longitud como Suchomimus (el “dinosaurio-cocodrilo”), Afrovenator y Carcharodontosaurus (África); de enormes saurópodos también descubrió especies nuevas, como Jobaria y Nigersaurus, este último un extraño devorador de plantas emparentado directamente con el burgalés Demandasaurus. Uno de los espectaculares y más conocidos hallazgos de Sereno es el “Supercroc” un cocodrilo gigante (cráneo de 1.80 m de largo, un cuerpo de 11,5 m de longitud) que probablemente se alimentaba de dinosaurios. El último e impactante estudio de Sereno se ha centrado en el gigante depredador Spinosaurus, que ha sido retratado como un animal con muy bien adaptado a la vida acuática. Precisamente sobre este dinosaurio versará la conferencia de Sereno en las Jornadas de Salas.

Este paleontólogo ha trabajado durante 13 años con National Geographic y con otras revistas de divulgación científica de amplia distribución. Es autor de varios libros divulgativos, además de cientos de artículos científicos y ha recibido varios premios por sus contribuciones a la paleontología y a la excelencia investigadora.
Algunas referencias en Internet de Paul Sereno:

El resto de científicos, nacionales e internacionales, que impartirán sus conferencias componen un plantel de expertos que pueden presumir de un sobresaliente currículo en investigación. Todos ellos suponen un atractivo para los paleontólogos, estudiantes e interesados en acudir a las Jornadas del próximo septiembre.

El plazo de matrícula estará abierto hasta el inicio del congreso y se espera la asistencia de estudiantes, licenciados, doctores y profesores universitarios, docentes de enseñanzas medias e investigadores de museos de prácticamente toda la geografía española, y de otros países. Muchos de ellos presentarán trabajos de investigación relacionados con los últimos hallazgos en paleontología de dinosaurios y flora y fauna coetáneos de estas especies.  

Merced a esta convocatoria, Salas de los Infantes volverá a estar, de nuevo, en el punto de mira de las investigaciones sobre dinosaurios.

Más información en:

http://viijornadassalas.blogspot.com.es/

viernes, 17 de junio de 2016

Descubren un nuevo compañero de la Tierra

Un pequeño asteroide gira alrededor de nuestro planeta y permanecerá así durante siglos. Lo astrónomos hablan de un «cuasi-satélite»

El asteroide 2016 HO3 tiene una órbita alrededor del Sol que lo mantiene como un 
compañero constante de la Tierra - NASA/JPL-Caltech
Astrónomos han descubierto un pequeño asteroide en una órbita alrededor del Sol que se ha convertido en un compañero constante de la Tierra, y lo seguirá siendo en los próximos siglos.

La roca, denominada 2016 HO3, fue vista por primera vez el 27 de abril de 2016, por el telescopio PanSTARRS 1 de rastreo de asteroides en Haleakala, Hawái. Su tamaño todavía no se ha establecido firmemente, pero es probable que sea mayor de 40 metros y menor de 100. Al hacer su órbita alrededor del Sol, este nuevo asteroide también parece dar la vuelta alrededor de nuestro planeta. Está demasiado lejos para ser considerado un verdadero satélite, como nuestra Luna, pero es el mejor y más estable ejemplo hasta la fecha de un compañero cercano a la Tierra o «cuasi-satélite».

«2016 HO3 gira alrededor de nuestro planeta y nunca se aventura muy lejos, ya que ambos cuerpos giran alrededor del Sol, por lo que nos referimos a él como un cuasi-satélite de la Tierra», dice Paul Chodas, del Centro de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO) en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California. «Otro asteroide -2003 YN107- siguió un patrón orbital similar durante un tiempo hace más de 10 años, pero ya se ha desviado de nuestra vecindad. Este nuevo asteroide está mucho más estancado. Nuestros cálculos indican que HO3 2016 ha sido un cuasi-satélite estable de la Tierra durante casi un siglo, y continuará siguiendo este patrón como compañero de la Tierra en los siglos venideros.


En su viaje anual alrededor del Sol, el asteroide 2016 HO3 pasa la mitad del tiempo más cerca de nuestra estrella que de la Tierra. Su órbita está un poco inclinada, haciendo que vaya hacia arriba y luego hacia abajo una vez al año a través del plano orbital de la Tierra. En efecto, este pequeño asteroide se ve atrapado en un juego de «salto de la rana» con la Tierra que va a durar cientos de años.

La órbita del asteroide también experimenta un giro lento hacia atrás y hacia adelante a través de múltiples décadas. «El asteroide gira alrededor de la Tierra un poco por delante o por detrás de año en año, pero cuando va demasiado hacia delante o hacia atrás, la gravedad de la Tierra es lo suficientemente fuerte como para revertir la tendencia y atrapa al asteroide, de modo que nunca se pasea más lejos de unas cien veces la distancia de la Luna», explica Chodas. «El mismo efecto también evita que el asteroide se acerque mucho más de aproximadamente 38 veces la distancia de la Luna. En efecto, este pequeño asteroide se ve atrapado en un pequeño baile con la Tierra».

La Paleoproteómica revaloriza viejos fósiles en exhibición

-EXTRAEN PROTEÍNAS DE UN EXTINTO CASTOR GIGANTE-


NEW YORK STATE MUSEUM
Fragmentos de una proteína extraída del fósil de una especie extinta de castor gigante están abriendo una nueva puerta a la paleoproteómica, el estudio de las proteínas antiguas.   

Las proteínas antiguas se pueden utilizar para ubicar animales en el árbol evolutivo, y ofrecer ideas sobre cómo la vida y el medio ambiente de la Tierra han evolucionado con el tiempo.

Por lo general, la paleoproteómica se basa en fósiles recogidos para este propósito. Pero en un estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B, investigadores del Rensselaer Polytechnic Institute (RPI) utilizan un fósil recogido hace más de 170 años en el centro de Nueva York, y conservado en el Museo del Estado de Nueva York.

"La paleoproteómica es un campo joven. Todavía no sabemos el potencial completo de la información que nos puede ofrecer, y una barrera para ello es el suministro de los fósiles que podemos usar para investigación", dijo Deepak Vashishth, profesor de ingeniería biomédica y director del Centro Rensselaer de Biotecnología y Estudios interdisciplinarios. "Al desarrollar estas técnicas, estamos creando valor para fósiles que ya están en exhibición, o almacenados en espera de un propósito."

El equipo de investigadores extrajó las proteínas del primer cráneo encontrado de la especie castoroides ohioensis. Recogido en 1845, el cráneo de castor gigante es el más antiguo del museo que ha sido estudiado usando técnicas paleoproteómicas. Los investigadores estaban buscando proteínas, cadenas de aminoácidos montadas a partir de instrucciones codificadas en el ADN que realizan una amplia variedad de funciones en los organismos vivos. Utilizando el análisis de espectrometría de masas, los investigadores detectaron muchas muestras de colágeno 1, la proteína más común en los huesos.    

Cuando los investigadores estudiaron el cráneo de castor gigante, lo primero que notaron fue algo como un barniz, un tratamiento común usado para preservar los fósiles, aplicado a la parte exterior del misma. Para evitar el barniz, tomaron muestras de las cavidades nasales del cráneo, retiraron una pequeña muestra de médula, extrajeron las proteínas conservadas, digirieron las enzimas y analizaron las piezas de proteína con espectrometría de masas.

El análisis determinó la secuencia primaria de aminoácidos en la proteína detectada, así como las modificaciones post-traduccionales, intercambio químico en la zona de la proteína que no está definido por el ADN. Tanto la secuencia primaria como las modificaciones post-translacionales tienen utilidad para los investigadores, y aumentan el valor de las muestras analizadas para convertirlas en información disponible.

Una base de datos de secuencias de proteínas primaria, por ejemplo, podría ser útil en el esclarecimiento de los árboles evolutivos, en revertir la ingeniería de las proteínas para comprender cómo las proteínas han evolucionado a lo largo de un período de tiempo determinado, o en la reactivación de una secuencia que puede ser ahora inexistente para uso terapéutico.

jueves, 16 de junio de 2016

Hallado el primer fragmento del asteroide que cambió la vida en la Tierra

Un equipo de geólogos encuentra en Suecia un resto de una colisión en el Sistema Solar 1.000 veces mayor que la que aniquiló a los dinosaurios

El asteroide Öst 65 hallado en una cantera del sur de Suecia B. SCHMITZ
Científicos suecos han encontrado un nuevo tipo de meteorito que se produjo tras la mayor colisión de asteroides en los últimos 3.000 millones de años. Es una pequeña roca oscura de menos de 10 centímetros, pero tiene un valor incalculable para aclarar aquel evento, del que aún se sabe muy poco.

Hace 470 millones de años, un asteroide de unos 200 kilómetros de diámetro chocó con otro de menor tamaño en el cinturón de asteroides, entre Marte y Júpiter. La colisión fue unas 1.000 veces mayor quela del meteorito que aniquiló a los dinosaurios cientos de millones de añosdespués. La Tierra fue literalmente bombardeada por los escombros de aquellos dos cuerpos estelares, aunque en este caso su efecto pudo ser muy diferente. Justo en aquella época sucedió uno de los mayores episodios de diversificación biológica conocidos, un auténtico estallido de nuevas especies de animales sin el cual ninguno de nosotros estaría aquí.

“Estamos ante uno de los eventos más importantes en la historia de la evolución y un paso crucial en nuestra propia línea evolutiva”, explica a Materia Birger Schmitz, investigador de la Universidad de Lund, en Suecia. De no ser por su equipo, el nuevo meteorito se habría convertido en baldosas para la cocina. Desde hace 25 años Schmitz trabaja supervisando los trabajos en la cantera de Thorsberg, al sur de Suecia, que está situada en el lecho del antiguo océano en el que cayeron muchos de los fragmentos de los asteroides. Hasta el momento ha rescatado 100 de estos meteoritos. Todos son condritas tipo L, es decir, fragmentos del asteroide grande. Por ahora, nadie había hallado ningún fragmento del cuerpo más pequeño, por lo que se dudaba si desapareció por completo tras el choque. 
Este puede ser el primer fragmento documentado de un meteorito extinto
El análisis de los isótopos de oxígeno y cromo muestra que la composición del nuevo meteorito es totalmente diferente a cualquiera de los más de 50.000 meteoritos conocidos hasta ahora, según explica Schmitz y el resto de su equipo en un estudio publicado hoy en Nature Communications. La datación realizada por el equipo lo sitúa en la fecha de la gran colisión, un millón de años arriba o abajo.

“Este puede ser el primer fragmento documentado de un meteorito extinto, de un tipo que ya no caerá nunca a la Tierra porque el cuerpo del que proviene ha sido destruido por las colisiones”, resalta el trabajo.

Esta esquirla de un asteroide perdido abre una enorme ventana al conocimiento del Sistema Solar, pues demuestra que las rocas que bombardeaban la Tierra hace unos 500 millones de años eran muy diferentes a las de ahora. “La vida”, sugiere Schmitz, “también lo era”.

“Antes de la colisión de los dos asteroides, había muy pocas especies de animales viviendo en el lecho marino”, explica Schmitz. Después, hace unos 470 millones de años, sucede la gran diversificación del Ordovícico, el verdadero estallido de vida animal en la Tierra. “Hubo una auténtica explosión de nuevos invertebrados; trilobites, moluscos, peces primitivos… fue la mayor diversificación biológica conocida y la primera vez que se alcanzó un nivel de biodiversidad similar al actual”, relata.

La cantera de Thorsberg, al sur de Suecia B. S.
Schmitz mantiene que el cataclismo producido por los asteroides fue el chispazo que necesitaba la vida para reinventarse y progresar. Es la hipótesis de la perturbación intermedia. “Cuando las condiciones son muy estables, todo se mantiene igual y cuando cambian demasiado, los seres vivos se extinguen. Pero cuando hay una perturbación intermedia que presiona en la justa medida, la vida evoluciona como nunca antes lo había hecho”, razona.

Schmitz publicó por primera vez esta hipótesis en 2007 y desde entonces trabaja con el objetivo de “enlazar la historia de la vida en la Tierra con los grandes eventos astronómicos, algo que apenas se ha investigado”, asegura. “Es muy extraño que ambos eventos coincidan, pero por el momento es muy difícil establecer si uno fue la causa del otro”, reconoce.

Su equipo ha recibido dos millones de euros del prestigioso Consejo de Investigación Europeo para seguir buscando más meteoritos “fósiles” en la cantera sueca. El proyecto aplicará un equipo especial capaz de analizar cinco toneladas de sedimento cada año para recuperar minerales capturados en pequeños meteoritos, reconstruir su historia e intentar averiguar qué sucedió hace unos 500 millones de años en el Sistema Solar para que la composición de estos haya cambiado tanto.

Jesús Martínez-Frías, Jefe del Grupo de Investigación del CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias del Instituto de Geociencias, IGEO (CSIC-UCM), resalta que la principal importancia del trabajo "es que el meteorito, el Öst 65, demuestra que hace 500 millones de años había diferentes tipos de meteoritos cayendo a la Tierra, lo que nos permite disponer de más datos para reconstruir cómo era la materia primigenia que alcanzaba nuestro planeta”. Para José Luis Galache, investigador español en el Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (EEUU) "es de esperar que se encuentren más meteoritos extintos, aunque son mucho más difíciles de encontrar pues estarán enterrados a gran profundidad bajo tierra, y quizás hayan pasado a formar parte de la roca en el subsuelo, tal y como ha ocurrido con Öst 65".